Resulta difícil responder esta pregunta. Pero conviene y es importante, pensar y conjeturar.Indicios muestran que los nacidos desde 1996 en adelante serán los más ávidos en incorporar el avance exponencial de la tecnología digital en el agro.
Se trata de la generación Z (centennials) y la generación “alpha” (generación táctil). Estas personas no conciben un mundo sin internet o celulares, por lo tanto la conexión en el campo será tan vital como cualquier otro servicio público.
Este grupo se inclina por las soluciones inmediatas, a la velocidad de un clic y son capaces de hacer una simultaneidad de actividades al mismo tiempo. Por la experiencia de sus antecesores, serán más conscientes del riesgo climático y de precios y del cuidado del ambiente.
Los centennials están creciendo junto con la revolución digital del agro y serán los actores del crecimiento productivo de los próximos 20 años.
Se caracterizan por ser autodidactas, visuales, versátiles, flexibles a los cambios y aficionados por la tecnología, por lo tanto, su perfil se adaptará al crecimiento vertiginoso de la tecnología en el sector agroindustrial.
Por su parte, la generación táctil son los post-centennial, nacidos a partir del 2010. Son los hijos de los millennials y nacieron monitoreados a través de cámaras, sensores de pulsaciones, apps para alimentarlos y con una vida en las redes sociales antes del año de edad.
Por lo tanto, su cotidianeidad virtual se expandirá a las actividades diarias del campo, que estarán automatizadas por inteligencia artificial y serán controladas en forma remota.
Estas generaciones se sienten y se sentirán cómodas trabajando con los dedos en una pantalla, sumergidos entre algoritmos, redes sociales colaborativas, inteligencia artificial y minería de datos. Son autodidactas, aficionados a los tutoriales en YouTube y adictos a la novedad.
Sin embargo, de chicos fueron sobre-estimulados por lo que se aburren muy fácilmente y les cuesta focalizarse en una sola actividad.
La adquisición de los insumos agrícolas podría llegar a concretarse a través de plataformas que comparen diferentes calidades, precios y condición de entrega.
La lectura de las opiniones de los consumidores y los influencers definirán las decisiones de compra. Los consumidores pasivos virarán a «prosumidores», o consumidores que producen un contenido nuevo sobre el producto. Así, las experiencias de los usuarios colocan a las marcas en un segundo plano.
La uberizacion de la maquinaria agrícola a través de plataformas market place sería otro de los fenómenos. Tal como sucede con Uber, las máquinas, robots, drones serían compartidos por diferentes usuarios para disminuir la capacidad ociosa de la tecnología y bajar costos. Además, el crowfunding (financiación colectiva) para hacer inversiones en el agro podría llegar a ser moneda corriente.
Las generaciones Z y alfa no se caracterizan por ser pacientes. Quieren soluciones inmediatas, por lo tanto, es factible pensar que tenderán a eliminar los trámites burocráticos a fines de agilizar cualquier proceso.
La tecnología blockchain plantea esa solución. La “cadena de bloques” es una plataforma digital que recopila y comprueba las transacciones entre sus usuarios. Esta tecnología se puede utilizar para hacer transferencia de dinero como así también para la trazabilidad de los alimentos que se produzcan en el campo hasta el consumidor final.
Otra característica particular de estas generaciones, es que vieron a sus padres y abuelos lidiar con los riesgos de precios y climáticos. Por lo tanto, es probable que incorporen las coberturas del agro tan cotidianamente como las coberturas médicas.
Por último, son generaciones con otros valores respecto al ambiente ya que vivencian desastres ambientales en cortos periodos de tiempo.
Es bastante lógico pensar que se inclinaran por el uso de las energías renovables (sobre todo la energía solar para el funcionamiento de máquinas o robots), potenciaran la agricultura de modo tal de usar la menor cantidad de químicos posibles; valorarán más el agua como recurso escaso y se inclinarán en satisfacer la creciente demanda de alimentos orgánicos.
Un concepto que hay que pensar es el siguiente: los productores de alimentos no necesariamente trabajarán con la tierra. Algunos estarán en laboratorios creando alimentos sintéticos y otros en terrazas de edificios con la hidroponía.
En definitiva, las generaciones futuras del campo tenderán a resolver desde el Smartphone sus finanzas, compras de insumos, ventas de granos, ordenes de trabajo, logística, monitoreo de lotes con drones o imágenes satelitales, etc.
La “internet de las cosas” alcanzará al equipamiento de las explotaciones agrícolas, y los algoritmos que tomen sus datos como inputs facilitarán la toma de decisiones. Es razonable pensar que los productores de la próxima generación trabajaran en forma remota y colaborativa, con un equipo de trabajo multidisciplinario.
Julio Calzada – Ingrid Clausen – Sofia Corina